En
mis ya lejanos años mozos escuché una frase, afortunadamente para entonces en
desuso, “tu hija se casará si el vecino quiere”. Creo que sentí escalofríos en
la espalda. Aunque adoro la copla, cada vez que escucho algunas de esas letras,
que con tanta maestría supo hacer Rafael de León, donde se puso por escrito
para ser luego cantado la maledicencia vecinal, especialmente de la clase
ociosa o de aquellos cuyos horizontes no llegaban más allá de esa callejuela
sin salida donde vivían, mi espalda vuelve a sentir el frío toque de la insidia.
A
la frase popular anterior, podría añadir otra de peor catadura, “calumnia, que
algo queda”. Esto es lo que en una de las magníficas arias de El barbero de
Sevilla, de Rossini, aconseja el infame D. Basilio al imbécil de D. Bartolo
para conseguir el amor de la joven Rosina, verter calumnias sobre su joven y
apuesto contrincante amoroso. Como las tecnologías están para disfrutarlas, les
dejo al final de este artículo un enlace para escuchar esta soberbia aria para
bajo.
El
repugnante espectro de la mentira se cierne sobre cualquier cabeza o país. La
sabiduría popular, que no siempre es tan sabia, afirmaba aquello de que cuando
el río suena, agua o piedra siempre lleva. Pero, mire usted que hay quien
mea en lata y no suena y otros lo hacen en algodón y es un escándalo. Que
también es una frase de esas nacidas espontáneamente, de esas que llevamos en
el macuto de la experiencia.
En
el antiguo Egipto, -en aquellos días que merodeaba la Esfinge por el desierto
haciendo del chacal su amante-, Amón, dios jefe del consejo de los nueve
dioses, la Enéada, no vio con buenos ojos un invento de su colega divino Thot.
Este dios, en sus ratos libres, se había puesto a pensar y había creado la
escritura. Amón pensaba que la humanidad ya tenía bastante con la palabra. Con
el invento de Thot, la palabra perduraba. La verdadera y la falsa. Y los
hombres olvidarían lo que deberían recordar por sí mismos. Esto es lo que Amón
reprocha al invento de Thot. Así lo pone Platón en boca de Sócrates, en el
diálogo Fedro.
A
partir del invento de Thot, la mentira tiene un arma poderosísima en sus manos.
El prestigio de lo escrito supera con mucho al de lo oral. La pluma goza de un
carácter aristocrático que no posee la voz. Por eso hablamos de Sagradas
Escrituras. Cuando se afirma que contiene la Palabra de Dios, en realidad
lo que se está aseverando es que, pues está escrito, esto es lo que Él ha
dicho. Tiempo después se fue descubriendo que los hombres habían metido mucha
mano en las Santas Escrituras de cualquier religión. Y habían puesto en
boca de Dios, cosas que Dios, no solo no dijo, sino que jamás habría dicho.
Gracias a esto, Dios ha servido de excusa recurrente para matar al vecino. También
para paliar ese miedo ancestral que el varón tiene sobre la mujer, humillándola
y no permitiendo su desarrollo como persona. Así no se alaba a Dios. Así se le
calumnia.
De
un tiempo a esta parte observo como un sector amplio de la población española
goza, arrastrados por la insensatez, cuando se habla mal de su país. Lo peor
viene dado porque en numerosos casos es mentira. Hablar mal de España se ha
convertido para algunos españoles, -ridículos ellos, pero no escasos-, en
sinónimo de intelectualidad. Imagino que algunos de mis veinticincos lectores
están moviendo la cabeza negativamente. Tengo pocos y encima corro el riesgo de
perder a algunos. Pero si repasan la prensa, y muy especialmente las mal
llamadas redes sociales, terminarán dándome la razón.
La
falta de conocimiento de nuestra verdadera historia, esa que se ha manipulado
desde un lado y desde otro, y cuando escribo “nuestra historia” me refiero a
todo el territorio español, es hoy una veta para los despreciables intereses
partidistas de muchos de nuestros políticos. Gentuza que no merece este pueblo,
pero que parece condenado a soportarla siempre. No se ha escondido la historia,
se ha hecho algo peor, se ha falseado. Así han aparecido reinos de Trapisonda,
civilizaciones creadoras de culturas desde la nada, ofensas anteriores al
Diluvio, mártires de causas que nadie conocía y ahora todos invocan, etc.
La
mentira tiene las patas muy cortas, pero por desgracia su hermana gemela, la
calumnia, vuela rápido y lejos. Una ocasión excelente para practicar el tiro al
plato.
(1989) El Barbero De Sevilla - Aria de Don Basilio "La calunnia" - YouTube