Resulta que
mi amigo Fabricius Ignotus, el árbol ¿recuerdan? tiene toda la pinta de ser un
almendro: las hojas lanceoladas y verdes, las flores pequeñas, blancas, de
corazón ensangrentado, que se ofrecen generosas durante el mes de febrero; pero
mi amigo Fabricius en su vida ha dado una almendra. Tampoco creo que eso tenga
mayor importancia. A un amigo se le acepta como un almendro, aunque tenga pinta
de olivo, que no es este el caso.
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Tengo que contarle
a Fabricius, que, según Ibn Arabí, el origen de la proliferación de los
almendros en Andalucía, y en concreto en la zona de Medina Azahara, tiene un fondo
tan romántico que haría palidecer a Espronceda. En mis años de estudiante
universitario escuché que el califa Abd- al Rahmán III, tenía entre sus muchas
esposas, una singularmente hermosa de la cual andaba enamoriscado, pero la
dulce muchacha siempre estaba triste. El poderoso califa, pero sólo Alá es
realmente grande, copiándole algunos siglos antes los versos a Rubén Darío, se
decía “La princesa está triste ¿Qué tendrá la princesa?”
Al parecer,
la muchacha añoraba las nieves de su tierra y le apenaba el recuerdo del
blancor perdido. Entonces, el enamorado califa hizo plantar almendros en toda
la zona de Medina Azahara, para que cuando florecieran, la muchacha pudiera
evocar las nieves de su país.
Quizás es una leyenda, pero si no pasó así, tuvo
la probabilidad de que así pasara. El amor, ese primer motor inmóvil que
suponen Aristóteles y Santo Tomás, es capaz de germinar acciones que pertenecen
al terreno de lo maravilloso.
Y es capaz
de construir Medina Zahara o el Taj Mahal. Por cierto que mi corazón se ha
llenado de inquietud y pena al leer que el mayor monumento a lo que Quevedo
llamaría Amor más allá de la muerte, el Taj Mahal, que como ustedes saben fue
construido por un príncipe hindú como mausoleo para su amada esposa, se está
deteriorando. En parte debido a que ya no circula el mismo caudal de agua
subterránea que en otros tiempos refrescaba el forjado de madera, ¿Acaso esas
aguas surgen de un afluente de la Laguna Estigia? y, por otro lado, a causa de
la lluvia ácida. Desde aquí ofrezco mi donativo si se necesita dinero para
preservar este sueño hecho arquitectura.
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¿Cómo podemos dejar que esta maravilla desaparezca? |
¿Acaso no
lo hubiese hecho el trovador occitano Jaufré Rudel? Nuestro poeta se enamoró de
oído, es decir por las virtudes que de ella contaban los viajeros, de
Melisenda, una bella condesa jerosolimitana que vivía por la zona de Trípoli.
Rudel, pobre y de salud enfermiza embarcó para conocer personalmente a su
amada, a la cual había enviado numerosos poemas. Pero el trovador enfermó
durante la travesía. Aun así, consiguió llegar a Trípoli y llamó a las puertas
del castillo de Melisenda. Ella misma abrió la puerta y el trovador murió
minutos después en los brazos de la hermosa.
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Jaufré Rudel muriendo en brazos de su amada, |
Estas cosas como los milagros parece que solo sucedían en una época antigua, que ya no es posible. Chesterton afirmó que lo más asombroso de los milagros es que realmente suceden, Igual podíamos pensar de las extravagancias por Amor. Hablemos, entonces, de un amor surgido de forma milagrosa a principios del siglo XXI. Conocí a dos amigos, a los que llamaremos Martina y Lucindo, Ninguno significaba nada especial para el otro, según el testimonio posterior de ambos. Solo eran compañeros de curso en la Universidad.
El azar los
juntó para hacer un trabajo en una asignatura. Se trataba de una reseña al
libro de Ortega y Gasset “Sobre el amor.” Martina y Lucindo, sentados uno junto
al otro, comentaron cada capítulo del libro. Así estuvieron unas tres semanas
hablando del amor todas las tardes.
Un día Lucindo recibió una llamada en su
domicilio, Martina estaba abajo, le esperaba. Lucindo bajó las escaleras de dos
en dos, salió jadeante al portal y se quedó mirando a Martina. En sus ojos leyó
que el libro de Ortega, había hecho con ellos el mismo papel que cuenta Dante,
hizo los amores de Lanzarote y Ginebra, con Francesca di Rimini y Paolo
Malatesta. Así que, sin mediar palabra, hubo un largo beso enamorado en el
portal de Lucindo. Actualmente están casados y ejercen de profesores en algún
lugar del norte de África. Doy fe de que esta historia increíble, por lo hermosa,
es cierta.
Hoy me
apetecía contarles estas anécdotas. En definitiva, quería hablar sobre el Amor,
esa fuerza que según Newton mantiene el Universo (la ley de la atracción entre
las estrellas) y que es la identificación de Dios. El arco de Eros está hecho
con madera de ciprés, la misma madera de la que está hecho el cetro de Zeus, para gobernar el Universo.
Ignoro si pude
tratar otro tema más interesante. Estoy seguro de que ninguno es tan
imprescindible.