Algunas
personas necesitan un estimulante matutino para acudir a su trabajo. Es mi
caso. Lo mío se limita a un café doméstico con leche y una cucharada de miel y
la lectura de un artículo de alguno de mis autores preferidos. En el caso de no
tener miel esta puede ser sustituida por azúcar y si no hay un artículo a mano,
se sustituye por un par de poemas. No les censuro si no me creen, pero sin
estos dos alicientes casi soy incapaz de vender mi tiempo.
Esta
mañana leía el artículo “Al alba con la rosa” de Álvaro Cunqueiro, recogido en
el volumen antológico “Papeles que fueron vidas”, edición de Néstor Luján y
publicado por la editorial Tusquest ¡Qué prodigio y qué enorme responsabilidad
que tu trabajo sea escribir un artículo sobre algunos poetas que cantaron a la
rosa! No las tengo todas conmigo si el ánimo de mis hombros sería capaz de
soportar semejante peso.
William
Blake escribió el admirable verso “Oh, rose, thou art sick” (Oh, rosa, estás
enferma) Repetí ese verso en otros tiempos muy duros, cuando el hospital fue el
último cobijo de mi madre. Ahora lo repito a veces en el nombre de todos los
que están en los hospitales, no sólo víctimas de la pandemia, de todos los que
están en los hospitales esperando el momento de volver a sus casas. Oh, rose, thou
art sick.
Cervantes
dijo que la mano del médico debía ser como la de una madre ¿Quién puede
expresar mejor el trato debido a un enfermo? Como una madre, firme para la
medicina, tierna como las hadas de los cuentos infantiles de nuestra infancia
para la caricia en la frente perlada por la fiebre. Y no dudo que lo es.
Hay
profesiones que sólo se pueden realizar con calidad si en ellas interviene el
corazón, profesiones como la del médico o el maestro. Por supuesto que pueden
hacerse sin el corazón, como Chopin puede tocarse de una forma académica.
Curará, sonará, pero no será medicina verdadera ni es la versión para los
nocturnos de Chopin, que yo recomendaría.
Aristóteles
hablaba de potencia y acto. Potencia es aquello que puede llegar a ser porque
está en su esencia, acto es el hecho de ser. Todos somos un enfermo en
potencia, todos tenemos una bala con nuestro nombre en esta especie de ruleta
rusa que es la salud y la enfermedad, la vida y la muerte. Einstein
refiriéndose al orden del Universo, afirmó que “Dios no juega a los dados”,
pero el destino sí que parece un ludópata cuyo siquiatra está perennemente
cerrado por vacaciones.
Pero la comprensión más afortunada sobre este juego de los contrarios que pone ante el espejo la terrible fragilidad humana, la ofreció Ramón Llull o Raimundo Lullio ese enorme filósofo mallorquín del siglo XIII y principios del XIV, aún estudiado en toda Europa, menos en España, "el amor es la concordia entre los diferentes." Paul Valéry, siglos después dijo "el blanco no puede existir sin el negro." Quién tenga oídos que escuche.
Pero la comprensión más afortunada sobre este juego de los contrarios que pone ante el espejo la terrible fragilidad humana, la ofreció Ramón Llull o Raimundo Lullio ese enorme filósofo mallorquín del siglo XIII y principios del XIV, aún estudiado en toda Europa, menos en España, "el amor es la concordia entre los diferentes." Paul Valéry, siglos después dijo "el blanco no puede existir sin el negro." Quién tenga oídos que escuche.
A
veces nuestro destino está en manos de ese médico cuyo corazón desafía a la
razón y consigue lo imposible, en ese músico que motiva al ánimo con un sí bemol para un valor
del que creía carecer y que hace inútil la coraza de cobarde que
llevo puesta cuando tú me miras.